ROTTEN HAMLET

ROTTEN HAMLET

Una coproducción de Teatro Strappato y el Teatro delle Temperie

Un Hamlet cincuentón invita al público a tomar asiento y saca de un maletín la corona de oro que perteneció a su padre. Una vez en el escenario, levanta una polvorienta tela blanca y deja al descubierto el antiguo trono de Elsinore. Así comienza la representación en la que un Hamlet que ha sobrevivido a los conocidos acontecimientos shakesperianos recorre las etapas más destacadas de su propia historia dramática.

Este es el mecanismo de la obra que, como en una pesadilla recurrente, representa la historia de Hamlet y su familia.

Ofelia, Polonio, la reina y el rey Claudio son, gracias a las maravillosas máscaras originales, personajes deformados, desgastados y transformados por la imaginación del propio Hamlet que sigue, durante siglos, pensando en su propia historia e imaginando posibles soluciones a su drama.

Está podrido, todo podrido, el mundo en el que Hamlet vivió y vive. Está podrido, todo podrido, el mundo en el que vivimos hoy. Esto parece sugerir esta versión tan especial del Hamlet de Shakespeare. Los cuatro personajes clave llevan en su carne (en sus máscaras y trajes) las marcas de la podredumbre en la que viven y de la que forman parte.

Hamlet revive su propia pesadilla recurrente ante los ojos de los espectadores, como si fuera su creador y director. Al mismo tiempo, él mismo revive todas las pasiones y tormentos que caracterizan y han caracterizado su historia.

Evidentemente no hay solución, evidentemente Hamlet nunca encontrará respuestas a sus preguntas, pero quizás pueda encontrar en el hecho de compartir sus tormentos y preguntas, el propósito de su larguísima vida de superviviente.

Como el texto del Bardo que, todavía después de 500 años, nos hace cuestionarnos a nosotros mismos, a nuestra sociedad y a nuestro ser humano.

En una alternancia de escenas extremadamente cómicas y monólogos de gran pasión y dramatismo, el espectáculo, con una energía desbordante, adentra al público en el drama shakesperiano con extraordinaria frescura, diversión y pasión.

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NOTAS DE DIRECCIÓN

Un mito antiguo, una apasionante historia de conflicto y traición, amor y dolor, poder e hipocresía. Un protagonista demasiado humano, tan humano que aún hoy nos preguntamos: «¿quién es Hamlet?». Ese personaje tan poco heroico y tan lleno de dudas, tan solo en un mundo que se desmorona, pero también tan seguro de su propia racionalidad que parece un loco… Hamlet, antihéroe solitario, cobarde engreído, preso en un mundo podrido del que no puede escapar, que no puede cambiar. ¿Quién es entonces Hamlet? Hamlet somos nosotros… Nosotros y nuestro miedo, nosotros y nuestra impotencia, nosotros y nuestra decadencia, nosotros con nuestras guerras de diván, con nuestros aperitivos revolucionarios… Hamlet es todo esto y mucho más. Puede que Hamlet sea demasiado para nosotros, pero su voz sigue llegando a nuestros oídos a través de los siglos y sus palabras resuenan en nuestras almas como una pesadilla recurrente. Quizá sólo sean jirones, pero hablan de nosotros.

Para las máscaras, partimos de la idea central de la «podredumbre», sobre todo en lo que respecta a las formas, los rasgos y los colores. Esto nos llevó a buscar otros materiales y tipos de coloración que los que utilizamos habitualmente: un trabajo, por tanto, también un poco de experimentación, para alcanzar los objetivos que imaginábamos. En primer lugar, queríamos máscaras en las que los rasgos pudieran ser mucho más sutiles, para poder jugar con esta idea de lo «pútrido» también a través de la textura. Además, en cuanto a las formas, queríamos poder jugar con las asimetrías: en concreto, las máscaras de Polonio y del rey son muy asimétricas, una excepción a la costumbre que considera la simetría como una de las características habituales de las máscaras y que obligaba a trabajar para encontrar un equilibrio eficaz desde el punto de vista de la luz. Aplicar la idea de podredumbre a las formas también nos llevó a pensar en el tema de la enfermedad: en el caso de Polonio, son visibles protuberancias e hinchazones purulentas, en el caso del rey en particular el aspecto desaliñado de uno de sus ojos, en el caso de la reina, en cambio, los labios arruinados recuerdan la idea de intervenciones estéticas externas con efecto desfigurador. Ofelia, en cambio, tiene un aspecto más limpio a este respecto, porque en este caso fue el sufrimiento y no la corrupción moral lo que desfiguró de todos modos su máscara.

En cuanto al colorido, nos inspiramos mucho en Lucian Freud, porque nos gustaba mucho su uso de los colores fríos, sobre todo el gris y el verde. A partir de ahí empezamos a crear un color que transmite una impresión casi cadavérica, un estado alejado de la salud y la vitalidad. Así que a partir de esta inspiración creamos el verde, el gris frío y el azul que actuaba como subtono. De este modo quisimos mantener un colorido realista para los rostros, aunque sus formas y líneas no lo sean en absoluto. Nos interesaba mucho este contraste: formas grotescas y deformadas pero una coloración, aunque algo grotesca, con un fondo de naturalidad.

CRÉDITOS

Basado en
Hamlet de William Shakespeare

Por y con
Cecilia Scrittore, Vene Vieitez y Andrea Lupo

Máscaras originales de Teatro Strappato
Música original de Guido Sodo
Ayudante de dirección Michela Lo Preiato
Fotos de escena Roberto Cerè

Coproducción
Teatro delle Temperie y Teatro Strappato

con el apoyo de la Región Emilia – Romagna

espectáculo no recomendado para
menores de 14 años